El acceso al agua como estrategia de lucha contra la pobreza

He tenido la inmensa suerte de conocer, compartir ideas, proyectos, debatir y discutir sobre diversos aspectos de la Cooperación Internacional con Álvaro Hernán Montoya Ramírez, que es Ingeniero Agrónomo de origen colombiano,  Máster en Recursos Hídricos y Doctor en Ciencias Ambientales. Experto en Agua, Agricultura, Medioambiente y Cambio Climático y cuya trayectoria profesional se enmarca en la docencia y la investigación universitarias, la Cooperación Internacional, la Administración Pública y  la consultoría.

Recientemente prestó sus servicios en el Área de Medio Ambiente del Instituto Complutense de Estudios Internacionales (ICEI), al tiempo que colabora con varios grupos de investigación y centros de estudios en España y Colombia.

Le he invitado a que colaborase con un post, sobre el acceso al agua en los proyectos de cooperación internacional.

Álvaro H. Montoya Ramírez


Un largo (y aun inconcluso) camino  hacia el reconocimiento del agua como  derecho humano básico

Quizás por haber nacido y crecido en Colombia, un país privilegiado como muy pocos en cuanto a riqueza natural, pero al mismo tiempo -y en medida similar- tan duramente castigado por la inequidad social, en mi proceso de formación académica y desempeño profesional he tomado conciencia sobre la estrecha conexión existente entre medioambiente y desarrollo. Como bien recoge el Programa 21, emanado de la Cumbre de la Tierra de Río 1992,

Logotipo Cumbre de la Tierra

esta interacción es de doble vía: por un lado, un individuo o colectivo pobre, en su legítimo afán de subsistencia, puede hacer un uso insostenible de los recursos naturales y, por otro lado, el agotamiento de la base natural por cuenta de una actividad socioeconómica abusiva puede generar pobreza en la población, o agudizarla.

En mi tesis doctoral me propuse ahondar en el conocimiento de tal interacción. Concretamente, analicé el vínculo entre el acceso al agua y la pobreza rural en Colombia. Uno de los estudios de caso de la investigación consistió en evaluar el impacto generado por un proyecto de agua, saneamiento básico y seguridad alimentaria sobre la población objetivo, en términos de reducción de pobreza y rentabilidad financiera, económica y social. El proyecto había sido ejecutado en 2004 por Acción contra el Hambre – España con financiación de la AECID, en el marco de un paradisiaco rincón del Caribe. La estancia en terreno que este estudio llevó aparejada me brindó la invaluable oportunidad de palpar otras realidades de mi propio país, ciertamente desconocidas para mí hasta entonces  y, de paso, me introdujo de lleno en el campo de la Cooperación Internacional al Desarrollo y la Acción Humanitaria –tan apasionante como complejo-, al cual me he mantenido ligado por un espacio que ya va rondando los diez años.

En gran parte el fruto de esa experiencia es el que deseo compartir aquí, por invitación de mi amigo Fernando, con ocasión de la celebración del Día Mundial del Agua.

Logotipo Día Mundial del Agua

Esta disertación adopta una perspectiva algo más teórica y menos práctica que la de los colaboradores que me han precedido en este blog. Mi propósito con esta aportación es mostrar las múltiples vías a través de las cuales la disponibilidad de unos servicios hidráulicos apropiados condiciona el potencial de desarrollo y bienestar de cualquier persona o grupo humano.

Intento así, con un Enfoque Basado en Derechos, llamar la atención sobre el alto grado de responsabilidad que encierra para la comunidad internacional la garantía de provisión de tales servicios a la población desfavorecida de los países en vías de desarrollo, como un instrumento clave de solidaridad global.

El núcleo de este artículo coincide con un escrito publicado originalmente en 2013 por la revista Árbol de Tinta, editada por la Universidad de Ibagué (Colombia) pero situado en el actual contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que rigen la Agenda Internacional de Desarrollo entre 2015 y 2030.

Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS

  1. INTRODUCCIÓN

A día de hoy, para cualquier persona mínimamente informada, oír hablar de la abundancia de agua en la Tierra e, incluso, de su presencia en otros planetas, satélites y cuerpos del sistema solar (y del universo), así como de su condición imprescindible e insustituible para todas las formas de vida conocidas, incluida la humana, resulta redundante y, quizás precisamente por ello, hasta anodino.

A fuerza de costumbre, frases tan trilladas como que “el agua es vida”, terminan convirtiéndose en expresiones vacías de contenido que, a la larga, ya no consiguen transmitir con igual fuerza la irrebatible idea originaria que encierran. Sin embargo, de ningún modo ese aparente carácter elemental debería ser interpretado como una pérdida de vigencia en el tiempo.

Por otro lado, visiones, por desgracia aun no del todo superadas, como aquélla que se refería al agua como un ‘recurso natural renovable’, que si bien es ajustada en el sentido literal del término, también es cierto que ha conducido –y sigue conduciendo- a esquemas de gestión inadecuados, caracterizados por el despilfarro y el maltrato de los que ha sido objeto este recurso, tan esencial para la vida, tal como se ha pregonado hasta la extenuación.

No obstante, hay que reconocer que hasta aquí nos seguimos moviendo en el predecible terreno de las obviedades, de las “verdades de Perogrullo”, de los lugares comunes que, al igual que las frases de cajón, con el tiempo, en poco o nada contribuyen a formar conciencia sobre la enorme importancia del agua, y la impostergable necesidad de manejarla con juicio. Con inteligencia.

Dentro de dicho propósito, aquí en lo sucesivo se pretende aportar una revisión que, a su vez, dé lugar a una reflexión, en torno al papel que puede jugar el agua o, más exactamente, el acceso a agua segura [1], como estrategia de lucha contra la pobreza. A tal efecto, y dada la restricción de espacio, se omitirán cifras y estadísticas que, si bien, podrían reforzar los argumentos, se hallan profusamente disponibles en numerosas fuentes, tanto en soporte editorial como electrónico, y al alcance de cualquier lector/a interesado en la temática.

Para entrar en materia, conviene sentar la noción misma de pobreza, más allá de su percepción más o menos intuitiva. En palabras del filósofo y economista Amartya Sen, premio Nobel de Economía 1998 y precursor del concepto de Desarrollo Humano, la pobreza puede entenderse como la “privación de las libertades fundamentales de que disfruta el individuo para llevar el tipo de vida que tiene razones para valorar”. Resulta claro entonces que pobreza es mucho más que insuficiencia –o carencia- de renta sino que, más bien, este problema multidimensional ha de ser entendido como deficiencia de capacidades, por parte de individuos y colectivos, para poder llevar adelante una vida digna.

Desde esta óptica, procede ahora establecer vínculos entre agua y pobreza, los cuales abarcan desde salud y educación, hasta cultura y religión, tal como a continuación pasa a comentarse:

  1. INTERACCIÓN AGUA-POBREZA

Para empezar, qué duda cabe acerca del carácter irremplazable del agua limpia y suficiente para preservar la salud humana, con fines de hidratación, alimentación e higiene. A pesar del constante progreso observado durante las últimas décadas, aun lucen escandalosos los datos de morbilidad y mortalidad –gástrica, respiratoria, cutánea-, ligados al inadecuado acceso a agua potable y saneamiento básico en extensas zonas de países en vías de desarrollo y, de modo más acusado, en entornos rurales y peri-urbanos.

Sobra decir que una salud precaria limita el potencial -escolar primero y laboral después- de cualquier sujeto; por lo cual el acceso a agua segura supone un requisito sine qua non para atacar la propagación intergeneracional de la pobreza, o sea, esa falaz ‘predestinación’ a vivir en medio de la privación.

En estrecho vínculo con el aspecto sanitario, la insalubridad característica de muchas infraestructuras escolares (colegios), por falta de servicios idóneos de agua y saneamiento, atenta contra la misión formadora que éstas deberían cumplir, reforzando así el círculo vicioso de la pobreza: un niño pobre no cuenta con las garantías locativas mínimas para desarrollar las habilidades y destrezas que luego le permitirían modificar positivamente su situación.

En tal orden de ideas, resulta llamativo observar cómo la ausencia de baterías sanitarias segregadas por sexo, llega a imponer un severo obstáculo para la entrada de las niñas a la escuela en determinados entornos socio-culturales como el musulmán, por ejemplo. Esto repercute, pues, en una fuerte merma de las capacidades de la mujer, desde la infancia misma.

Queda así al descubierto un evidente nexo entre agua, pobreza y género. Se habla mucho de la ‘feminización de la pobreza’, entendida como una incidencia desproporcionada de la pobreza entre la población femenina. Al margen de divergencias conceptuales sobre la validez del término, es innegable que la mujer se relaciona con el agua de un modo particular, diferente al varón y, en consecuencia, desempeña un rol específico como administradora, usuaria y proveedora de agua, tanto en la familia como en la comunidad.

En lugares aquejados por deficiente suministro hídrico, el acarreo de los volúmenes de agua necesarios para intentar satisfacer el consumo humano y el uso doméstico de la familia -lo cual no siempre se consigue-, es una tarea que recae casi en exclusiva sobre la mujer, desde muy temprana edad: caminatas kilométricas de varias horas diarias, soportando un peso físico en ocasiones desproporcionado.

Mujeres acarreando agua

Así, la mujer se ve excluida del espacio escolar como niña, y del mercado laboral como adulta, y hasta expuesta a riesgos sobre su integridad personal (lesiones, agresiones, violaciones). Tan asimétrica responsabilidad retroalimenta la ‘feminización de la pobreza’ y, a la larga, induce sometimiento y falta de autonomía para la mujer.

Al hilo de lo que ha dado en denominarse ‘empoderamiento de la mujer’, durante la última década se ha llamado la atención sobre los incuestionables beneficios que aporta el adecuado acceso al agua con fines productivos, a nivel de hogar o minifundio, para mujeres pobres, habitantes de zonas rurales y peri-urbanas. Estas actividades económicas consisten en producción de bienes y prestación de servicios a baja escala, y se traducen principalmente en generación de renta y empleo, y seguridad alimentaria; y son extensibles a otros grupos vulnerables, tales como pequeños campesinos o minorías étnicas.

Esta mirada alternativa al potencial productivo del agua complementa la visión tradicional del recurso como insumo indispensable para todos los sectores extensivos con fines comerciales (agricultura, ganadería, industria, energía, minería, comercio, turismo), con su efecto dinamizador sobre el conjunto de la economía, que puede abarcar generación de renta y empleo para amplias capas de población en situación de pobreza; además de la redistribución de riqueza que puede operar el Estado a través de servicios sociales financiados vía impuestos, regalías y divisas provenientes de tales actividades productivas.

  1. DERECHO AL AGUA Y AGENDA INTERNACIONAL DE DESARROLLO

A lo largo del presente siglo, este entramado de interrelaciones entre agua y pobreza ha originado un fuerte movimiento social, académico y político, que propugna el reconocimiento del agua como derecho humano básico, como quiera que el acceso a agua segura condiciona la satisfacción de otros tantos Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC), empezando por el propio derecho a la vida, la salud o la alimentación, hasta el derecho a la cultura o la práctica religiosa, pasando por el derecho a la educación o el trabajo.

De este modo, se habla de que toda persona, por el solo hecho de serlo, debe disponer de, al menos, un volumen de 20 litros diarios de agua limpia

Bidón de 20 litros de agua

 

para satisfacer sus requerimientos más esenciales, a un precio asequible, o incluso gratis en caso de no poder sufragarlo. Por desgracia, esta iniciativa ha chocado con la férrea oposición, más o menos velada, de fuertes grupos de presión, tales como lobbies empresariales que visualizan el agua más como mercancía que como derecho. Viendo el actual panorama mundial, todos, como especie humana, hemos de entonar un sonoro mea culpa, al admitir que aun nos situamos demasiado lejos de honrar este ineludible compromiso moral.

Con todo, no deberían ignorarse pasos tan significativos como la declaración del agua potable y el saneamiento básico como derecho humano esencial, por parte de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 2010. Otro debate sería su implementación mediante políticas concretas.

También en el seno de la ONU, al igual que de gobiernos nacionales, centros de pensamiento y organizaciones de la sociedad civil, existió un alto grado de consenso en torno al rol protagónico que jugaba el agua en el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), el mayor pacto global de lucha contra la pobreza alcanzado hasta entonces en la historia de la humanidad, pese a las múltiples –y a menudo justificadas- críticas de que fueron objeto.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tomaron el relevo a los ODM, una vez se agotó el horizonte de implantación de éstos, al concluir el año 2015, con la vista puesta en los quince años subsiguientes, esto es, hasta 2030. Es justo admitir que en su concepción, diseño y estructura la comunidad internacional realizó genuinos esfuerzos por capitalizar los aprendizajes derivados de los ODM. Aun así, esta Nueva Agenda de Desarrollo Sostenible configurada por los ODS no se halla exenta de cuestionamientos, que no se pretende aquí discutir.

Lo que sí procede ahora es llamar la atención sobre el carácter decisivo que, en mayor o menor medida, unos servicios de agua adecuados encierran para el cumplimiento de todos los ODS, más allá de que sólo uno de ellos (el número 6) se ocupe explícitamente del sector de agua potable y saneamiento básico.

Esta afirmación es evidente para, al menos, los primeros quince objetivos (de un total de 17), y se sustenta en los razonamientos previamente expuestos: ¿acaso cabe alguna duda sobre las múltiples y complejas interrelaciones que conectan al agua con las metas trazadas en materia de renta, alimentación, salud, educación, género, energía, empleo, industria, infraestructura, equidad, habitabilidad, producción, consumo o medioambiente? Seguramente no.

IDEA FINAL

Ya para finalizar, sólo resta sugerir la adaptación de estas ideas, quizás algo genéricas, al contexto socioeconómico y medioambiental de cada país, zona o comunidad, lo cual pasa necesariamente, por un lado, por el análisis de los determinantes de la pobreza, y por la evaluación del estado de los recursos hídricos, por otro; todo ello a fin de incorporar la lucha contra la pobreza como criterio central dentro de la gestión del agua en un entorno concreto. Cabe pues esperar que el aprovechamiento racional de los recursos naturales incluido, como no, el agua, constituya una estrategia efectiva para mejorar las condiciones de vida de miles de millones de seres humanos en todo el mundo.

Muchas gracias por tu atención y como suele ser habitual se agradecen los comentarios.

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[1] Condiciones apropiadas de cantidad, calidad y disponibilidad.

21 comentarios en “El acceso al agua como estrategia de lucha contra la pobreza

  1. Gracias por tu aportación. Como bien has comentado, reitero la importancia de que el agua es un recurso indispensable para la población. Aún no se ha cumplido con el objetivo de considerar el agua como derecho humano básico, ya que todavía, gran parte de la población mundial no dispone de dicho recurso. Se prevé que para el año 2021 se va a celebrar en el país senegales de Dakar, el 9º Foro Mundial del Agua en 2021.

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    • Estimada Paloma,

      Muchas gracias por tu aportación.

      En sentido estricto, está claro que el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento ya está más que reconocido. Otra cosa, muy diferente, sería su realización práctica. Pero, precisamente, el reconocimiento formal constituye la base ética y política para exigir su cumplimiento. Y ésa es la motivación de este artículo.

      Dicho sea de paso, debes saber que recientemente (a partir de 2015) se abordan por separado el Derecho Humano al Agua y el Derecho Humano al Saneamiento, en razón al avance desigual en ambos sectores (muy inferior en el caso del segundo), en procura de impulsar un mayor compromiso de la comunidad internacional en este ámbito específico.

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  2. “Miles han vivido sin amor y ni uno solo sin agua” -W.H.Auden-
    Interesantísimo post sobre la importancia del agua en la vida de las personas y como esta está en estrecha relación con la pobreza. En primer lugar, me gustaría comentar los ODS, gracias a la ampliación de estos se han podido tratar temas que están en sintonía con el agua como agua y saneamiento, el que es el principal, pero también están el de vida marina y el del cambio climático. Como comentábamos en clase, todos los ODS, están estrechamente relacionados, sin embargo, en los Objetivos del Milenio no había ninguno específico para el agua, un recurso esencial en la vida del planeta y de las personas, pero, pese a que la creación de los ODS nos favorece en este tema y en muchos otros, yo personalmente, los veo difíciles de ser cumplidos. Respecto al agua, veo demasiadas trabas para que, por ejemplo, el objetivo número seis se logre, entre ellas las numerosas empresas que vierten sustancias tóxicas al agua y que pese a ser multadas siguen haciéndolo. ¿Crees que se lograra alguna mejora y qué nos acercaremos al cumplimiento de este?
    Respecto a tus apuntes sobre el peligro que existe en las caminatas, que desgraciadamente, son las mujeres quienes las realizan para traer agua a sus viviendas, considero que hay un punto que no se ha tenido encuentra. A lo largo de toda la asignatura se nos ha hablado de la importancia de la cultura a la hora de plantear un proyecto y basándome en mi propia experiencia y conocimiento de algún proyecto que se ha llevado a cabo con el Canal de Isabel II en Marruecos y otros países africanos, estas caminatas, pese a los riesgos y los problemas que llevan adjuntos, son momentos en los que las mujeres se reúnen entre ellas, en un espacio “seguro” entre ellas, en las que pueden conversar y tener sus momentos en relación con otras mujeres, desinhibirse de cierta forma de las cargas familiares y del hogar mientras rellenan las garrafas de agua y/o caminan hasta el pozo. Este apunte para mí era impensable hasta que, durante uno de los proyectos del Canal, una mujer nativa se lo comento a uno de los ingenieros que fue al poblado a informarles. Considero que se debe encontrar un punto intermedio, ya que las niñas no deben ir a esta función, debido a que en ese momento empiezan a perder su vida como niñas, se deben asegurar los caminos para evitar o minimizar el riesgo de violaciones, caídas, etc. La solución que se propuso entonces fue canalizar el pozo y asegurar que daba agua potable, hacer una especie de plaza entorno a este y pavimentar el camino de este hasta el poblado. ¿Qué te parece esta solución?
    He querido empezar con la frase de W. H. Auden ya que creo que el recurso del agua no esta suficientemente valorado, ni que la población esta suficientemente concienciada de su importancia y escasez, con ello me refiero a por ejemplo el desconocimiento del día en el que el agua es el principal tema como es el caso del 22 de marzo que tu bien indicas, otro ejemplo es el desconocimiento de la gente sobre los usos del agua, en este grupo me incluyo a mi misma. Gracias al Canal de Isabel II pude conocer los distintas usos que se les da al agua más lejos de la higiene y la alimentación, mi desconocimiento llegaba a limites insospechados, ni me había planteado que para la fabricación de pantalones se usan muchos litros de agua, para el mundo textil en general … Considero que la población debería estar más concienciada en este aspecto y que de esta forma se redujera el consumo absurdo o el malgasto del mismo y que se ayudaría más a países en los que este recurso escasea y como en todos es necesario.
    Muchas gracias
    Paula

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    • Estimada Paula,

      Muchas gracias por tu aportación.

      De acuerdo: a diferencia de los ODS, en los ODM no aparecía un objetivo específico sobre Agua y Saneamiento, sin que esto signifique que no haya sido reconocida su importancia para el logro del conjunto de los ODM. Asimismo, conviene recordar que el «Objetivo 7: Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente» incluía una meta en esta línea («Meta 7.C: Reducir a la mitad, para 2015, la proporción de personas sin acceso sostenible al agua potable y a servicios básicos de saneamiento) lo cual, sin duda, se tradujo en grandes progresos, aunque mucho más apreciables en Agua que en Saneamiento (también se partía de una línea base desigual).

      Dicho sea de paso, debes saber que recientemente (a partir de 2015) se abordan por separado el Derecho Humano al Agua y el Derecho Humano al Saneamiento, en razón al avance desigual en ambos sectores (muy inferior en el caso del segundo), en procura de impulsar un mayor compromiso de la comunidad internacional en este ámbito específico.

      Los ODS recogieron este aprendizaje y quiero pensar que están hechos para ser cumplidos. Quiero ser optimista-realista: apostar por que la humanidad va hacia adelante, aún sin perder de vista los antecedentes históricos.

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      • Respecto a las implicaciones de todo tipo, derivadas del acarreo de agua por parte de mujeres en entornos rurales y peri-urbanos, confieso que no tenía conocimiento sobre el posible beneficio que apuntas, en términos de cohesión, autonomía e incluso autoimagen, Muchas gracias.

        Al respecto, haciendo de ‘abogado del diablo’, yo pensaría en sopesar entre sí los impactos positivos y negativos, en aras de potenciar y los primeros y atenuar los segundos. Medidas como las que mencionas de tu experiencia con el Canal Isabel II suenan interesantes dentro de dicho propósito.

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    • Ya por último, efectivamente, existe un desconocimiento generalizado acerca del papel que juega el agua en la práctica totalidad de actividades socioeconómicas. En este sentido el concepto de Huella Hídrica, derivado a su vez del de Agua Virtual, pretende sacar a la luz esa realidad.

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  3. Muy interesante post, siendo que la relación agua-pobreza fue lo que más me llamó atención, debido a la importancia de dicha interconexión. Sin agua, no se puede vivir, y en muchos casos el proceso para conseguir el agua potable requiere de mucho trabajo: de ahí devienen diversas formas de explotación y discriminación, principalmente a las niñas/os y mujeres, y todas las consecuencias negativas para las mismas en su desarrollo que has comentado de manera clara y concreta.

    Ahora bien, insisto en hacer énfasis en la conexión del agua-pobreza: El descuido del agua genera un efecto dominó: sin agua no se puede vivir y sin uso consciente del agua no dejamos vivir. Y como ha mencionado Paula, ¿qué sucede con las empresas que contaminan exacerbadamente y no son sancionadas? Hoy considero que la consciencia crítica y el cuidado (desde la acción individual hasta canales más amplios) se encuentran en un proceso de plena expansión, aunque considero necesaria una mayor concientización acerca de la interdependecia del agua con el desarrollo humano, la pobreza, la sostenibilidad, y la desigualdad (económica y de género). La decantación es increíble, y termina afectado (directa o indirectamente) al cumplimiento de la mayoría de los ODS.

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    • Estimado Vale,

      Muchas gracias por tu aportación.

      De acuerdo, la evidencia práctica enseña que los instrumentos fiscales en general (y las sanciones administrativas en particular) pueden ser insuficientes a la hora de alcanzar objetivos medioambientales y que, más bien, éstos han de inscribirse en el marco de políticas más amplias de conservación y restauración. En esta línea, la educación, la sensibilización – y la consecuente movilización- juegan un papel preponderante. Es así como las Organizaciones de la Sociedad Civil han cobrado un protagonismo sin precedentes en la lucha contra la pobreza y el cuidado del medioambiente. Prueba de ello sería, precisamente, la formulación de los ODS (y en menor medida los ODM, cuya concepción fue mucho menos participativa).

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  4. Muchas gracias por tu entrada, es muy interesante! Para mí, lo que fue más interesante es lo que dijiste sobre la conexión entre la pobreza y el acceso a agua. Cuando hablamos sobre la pobreza, debemos considerar las causas de la pobreza, y su relación con el acceso de agua. Creo que el capitalismo juega un papel muy importante en esta conexión de agua y pobreza en muchas maneras. Como Vale y Paula mencionaron, hay un gran problema con polución de agua (esto es muy relevante en discusiones de racismo ambiental que afecta las poblaciones más pobres) a menudo es culpa de las grandes empresas. Pero también, capitalismo puede causar el aumento en los precios por agua. Un ejemplo importante es la guerra de agua en Bolivia en 1999 y 2000. El cambio en el sistema de agua de un sistema pública a un compañía privada causó que muchas personas pobres pierdan la capacidad de pagar por el agua. El hecho simple que en muchos países, incluso en países desarrollados, los ciudadanos tienen que pagar por agua, muestra que el capitalismo está una amenaza al libre acceso al agua. Este tema es muy importante hoy, estoy muy interesado en aprender más de eso. Me gustaría saber lo que piensas sobre lo que dije sobre el capitalismo en el acceso al agua!

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    • Estimada Alli,

      Muchas gracias por tu aportación.

      Si te fijas en el artículo, mi intención es proponer una reflexión acerca del rol imprescindible del agua en todas las esferas de la vida del género humano y, al hilo de ello, por qué es imperativo que toda persona vea asegurado su acceso a unos servicios hidráulicos adecuados, con arreglo a unos estándares universalmente aceptados, como elemento consustancial al reconocimiento y respeto de la dignidad humana (Enfoque Basado en Derechos Humanos).

      Dicho sea de paso, debes saber que recientemente (a partir de 2015) se abordan por separado el Derecho Humano al Agua y el Derecho Humano al Saneamiento, en razón al avance desigual en ambos sectores (muy inferior en el caso del segundo), en procura de impulsar un mayor compromiso de la comunidad internacional en este ámbito específico.

      En principio, esta argumentación sería válida para todos los contextos socioeconómicos y, como tal, no estaría en función del modelo político-económico, No necesariamente. Al respecto, podrían traerse a colación ejemplos de la no realización del Derecho Humano al Agua y el Saneamiento en el marco de diversos sistemas económicos y políticos.

      Con todo respeto, al menos desde la óptica adoptada en el artículo, el punto de discusión no es ése (y no me declaro Pro-Capitalista, valga la aclaración).

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  5. Muchas gracias por su blog! Me interesa mucho la intersección de la pobreza y el acceso al agua potable que Vale mencionó. Y también, estoy de acuerdo con los comentarios de Alli que explican las relaciones entre el capitalismo y una falta del acceso al agua potable. Estos problemas casi siempre afectan las comunidades de demográficas minoritarias o personas pobres. Su comentario me hizo pensar sobre el crisis en Flint, Michigan de los Estados Unidos ahora. Sabemos que los Estados son uno de los países más ricos del mundo, pero hay una comunidad que no tiene agua potable. Hay escándalos, corrupción y una falta de esfuerzos nacionales mejorar la situación. Flint es una comunidad compuesto de una mayoría de personas negras y personas pobres. Si Flint sea una comunidad blanca o rica, ¿tendrían ellos una solución al problema en su ciudad? Pienso que sí.

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  6. Estimado Nicholas,

    Muchas gracias por tu aportación.

    Gracias también por poner sobre la mesa un ejemplo de no realización del Derecho Humano al Agua y el Saneamiento, en un contexto socioeconómico concreto (EUA en este caso).

    Dicho sea de paso, debes saber que recientemente (a partir de 2015) se abordan por separado el Derecho Humano al Agua y el Derecho Humano al Saneamiento, en razón al avance desigual en ambos sectores (muy inferior en el caso del segundo), en procura de impulsar un mayor compromiso de la comunidad internacional en este ámbito específico.

    Acto seguido, reitero lo ya expresado a Alli en torno al posicionamiento ético y epistemológico del escrito: la validez del Enfoque Basado en Derechos Humanos es absolutamente independiente de consideraciones políticas, económicas o culturales. En tal sentido, la discusión ha de situarse en el plano de los Derechos y el acento ha de ponerse en la dignidad de las personas.

    Y es allí donde quisiera sentar el punto de partida de la reflexión.

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  7. Agradecer a Álvaro por compartir con nosotros todos sus conocimientos sobre el acceso al agua en los proyectos de cooperación internacional.
    La abundancia del agua en el mundo ha hecho que en el pasado se trate como un recurso inagotable y se ha tenido que trabajar para crear conciencia a la población del agotamiento de esta para así contribuir a un uso más razonable.
    Pues el agua no es un bien económico que pertenezca a alguien sino un patrimonio de la humanidad al que todos tenemos derecho de acceder para cubrir nuestras necesidades básicas.
    Me gustaría saber el valor que tienen las campañas de salud pública sobre prácticas básicas de higiene para ayudar a reducir la morbilidad por agua sucia, es decir, si al final es una actividad que contribuye a que se de un uso más adecuado y por tanto haya menos víctimas.
    Por último decir qué es un compromiso de todos los miembros de la sociedad, pues en muchas ocasiones los pequeños actos que se ejecutan son más eficaces que todos aquellos grandes que se planean.
    Sin agua no hay futuro.

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    • Hoy en día, se habla mucho del uso sostenible del agua en los países desarrollados, en cuanto al despilfarro y el mal uso del agua. Cierto es, que, en los países desarrollados, son conscientes de esos mensajes contra el mal uso del agua, pero, bajo mi punto de vista, y como se dice, no damos importancia a las cosas hasta que lo perdemos.
      Estoy totalmente de acuerdo con usted en cuanto a la potencialidad del uso del agua, pues como se dice, el agua es vida. El agua es vida porque genera una serie de consecuencias múltiples en la trayectoria de vida de las personas, es decir, disponer de unos servicios adecuados hidráulicos, puede prevenir múltiples enfermedades, así pues, aportaría bienestar en cuanto a la salud y la higiene. El papel del agua, en el aspecto sanitario es fundamental.
      La relación acceso al agua-estrategia de lucha contra la pobreza, bajo mi perspectiva, es fundamental. ¿Por qué? En muchas ocasiones, y por lo que he vivido, los miembros de la familia, padecen alguna enfermedad a consecuencia de la mala higiene y por consumación de aguas contaminadas, deben pagar medicamentos con un alto de nivel de coste, por lo que deberán trabajar más para poder pagar esos medicamentos. Las enfermedades son continuas dentro de las familias, por lo que, esas familias, se encuentran en una situación cíclica, y no salen de su situación de pobreza. Lo que quiero transmitir con todo lo anteriormente mencionado, es que, el agua es vital. Simplemente, el disponer de unos recursos hidráulicos adecuados, puede cambiar totalmente la vida de una comunidad, podría decir que, incluso, puede sacarles de la pobreza, porque como ya mencioné anteriormente, disponer de agua segura, genera una serie de consecuencias multidimensionales interconectadas entre sí.
      Me resulta interesante el que haya mencionado la interacción entre la mujer y el agua. Claramente, la mujer tiene una relación, por decirlo de alguna manera, más estrecha con el agua, no tanto porque sea proveedora del agua para uso doméstico, sino por razones íntimas. El papel de la mujer, en cuanto al suministro del agua, es fundamental. Son ellas quienes realizan recorridos kilométricos (andando) para poder suministrar agua para su familia y comunidad, pero ¿y su seguridad? Realizar todos los días este trabajo, les puede costar su integridad física como mujeres (agresiones, violaciones…) son mucho más vulnerables que los hombres, añadiendo la sobrecarga de agua que deben portar desde esos lugares lejanos, desproporcionado muchas veces para su estatura y edad, porque no estoy hablando de mujeres solamente, sino de niñas, que desde que tienen uso de razón comienzan acompañar a sus madres a esos lugares lejanos para suministrar agua. Por lo tanto, aquí podemos observar dos problemas graves que puede sufrir la niña:
       Acompañar a sus madres a esos lugares, puede entrañar peligro para su seguridad.
       Comienzan a llevar pesos desproporcionados, que pueden derivar a tener o padecer enfermedades relacionados con el desarrollo físico (problemas de crecimiento). El agua es un requisito primordial para un desarrollo adecuado, tanto físico como intelectual de un niño.
      Sin agua no existe desarrollo. La agricultura, energía, nutrición, mortalidad infantil tienen una estrecha relación con el agua. No existe salud, ni educación, ni igualdad, ¿por qué?…
       Como dice la OMS, que por cada dólar que invierten en agua potable, se ahorran un porcentaje importante en sanidad.
       Por otro lado, el hecho de que los niños, acompañen a sus madres a por el suministro de agua a eso lugares tan lejanos, pierden horas de clase.
       En cuanto a la desigualdad, son las mujeres quienes cargan con el peso de agua desde zonas lejanas poniendo en riesgo su integridad física (sobrecarga de peso, violaciones…)
      Por lo tanto podríamos afirmar, que el agua es una vía para el desarrollo de las personas y una especie de hospital natural, ya que previene y cura algunas enfermedades.
      Muy agradecida.
      Un saludo Cordial.

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      • Estimada Zinaniaina,

        Muchas gracias por tu aportación.

        Me satisface constatar que el artículo cumplió su objetivo de invitar al/la lector/a a reflexionar sobre las múltiples conexiones entre agua y pobreza, con especial atención al papel que juega el acceso al recurso, ya sea positiva o negativamente, en la propagación intergeneracional de la pobreza vía salud, educación o empleo, por ejemplo.

        Noto también que capta especialmente tu atención el impacto de la responsabilidad desproporcionada de la mujer en su rol como portadora de agua, dentro de ciertos contextos socioculturales, desde la perspectiva del Enfoque de Género.

        No obstante, asimismo, te invito a leer el comentario de tu compañera Paula, donde apunta una serie de eventuales beneficios derivados de dicha práctica; algo que, debo admitir, para mí era absolutamente desconocido hasta este momento.

        En cualquier caso, esta discusión no hace más que ratificar la gran complejidad inherente a las interacciones Agua-Ambiente-Cultura-Sociedad-Economía, y foros como éste contribuyen a enriquecer el análisis.

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    • Estimada Cristina,

      Muchas gracias por tu aportación.

      Coincido contigo, y así lo expongo en el artículo, en cuanto a que, en la práctica (y por fortuna cada vez menos), el término de ‘recurso renovable’ pudo haber conducido durante cierto tiempo a una tergiversación del concepto, asimilándolo al de ‘recurso inagotable’ y/o ‘recurso invulnerable’. Por suerte, con el aumento del nivel de conciencia ambiental a escala global, yo diría que este error se ha ido subsanando, al menos en su noción teórica (en la aplicación práctica persisten graves falencias).

      En lo que respecta al impacto económico de las inversiones en Agua y Saneamiento, tirando un poco de memoria, se habla de una relación 8/1, esto es que por cada unidad monetaria (pero, euro, dólar, etc.) que se invierta en agua y saneamiento, se obtienen ocho unidades monetarias de beneficio. Para llegar a estas cifras procede tener en cuenta el impacto de las inversiones ‘duras’ (p. e. infraestructuras) y ‘blandas’ (p. e. educación en higiene) sobre los diferentes ámbitos de la vida humana que resultan influenciados por la provisión de agua (p. e. salud, educación, empleo). La estimación de dicho efecto multiplicador es ciertamente compleja, en parte, por el riesgo de cierto de incurrir en la doble contabilidad de beneficios (p. e. mejora en salud y valorización de la vivienda).

      A modo ilustrativo, te facilito la siguiente cita bibliográfica (enlace incluido), correspondiente a un estudio aplicado al contexto mexicano:

      Chacón, J.; Leal, M. (2006). Impacto socio-económico por la enfermedades hidrotransmisibles en el estado de Morelos, México. Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, AIDIS. Sección Uruguay. Rescatando antiguos principios para los nuevos desafíos del milenio. Montevideo. pp. 1-7.

      Haz clic para acceder a MX02124_Chacon_Castillo.pdf

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  8. Me parece muy polémico el titulo porque “aun incluso” es una afirmación fuerte. Cómo es posible que el agua este todavía en debate sobre su título oficial de derecho humano básico.

    Tengo el orgullo de decir que también soy colombiana, y, por lo tanto, comparto ese privilegio que mencionaste sobre la biodiversidad y la riqueza en cuanto a recursos naturales con los que cuenta el país. A su vez, también he estado rodeada por una sociedad en la que la diferencia entre las clases salta a los ojos. Me parece muy interesante el tema investigado sobre el vínculo entre el acceso al agua y la pobreza rural en Colombia. Personalmente, la investigación de la realidad del campo colombiano es un ámbito que encuentro realmente llamativo y me llama la atención estudiarlo con relación al desarrollo.

    Dentro de las estrategias de cooperación al desarrollo es importante resaltar especialmente la que en este artículo se expone, pues coincido con Álvaro en cuanto a que el acceso a agua segura hace parte de una de las estrategias e instrumentos necesarios para combatir la pobreza. El término de solidaridad global, desde mi punto de vista, cumple un papel importante en la discusión sobre el agua, pues al ser esta un recurso compartido, pienso que es deber de los Estados y de los agentes supranacionales el asegurar que todas las personas cuentes con ese derecho fundamental.

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    • Estimada Laura,

      Muchas gracias por tu aportación.

      Antes que nada, debo decir que me resulta muy grato contar con una compatriota en medio del auditorio.

      Acto seguido, te insto a que, si tienes la posibilidad, encauces esa motivación personal y profesional hacia la promoción del Desarrollo Sostenible en Colombia.

      En esta línea, la actual coyuntura política y social del país ofrece un escenario potencialmente propicio. A manera de ejemplo, cabría mencionar el Acuerdo de Paz firmado en 2016 entre el Gobierno y las FARC, con especial énfasis en su primer punto -núcleo del tratado-, atinente al Desarrollo Rural con Enfoque Territorial (DRET), dentro del cual el acceso a Agua y Saneamiento ocupa un lugar más que destacado.

      Por otro lado, y también en clara conexión con el Acuerdo, qué duda cabe acerca del fuerte componente de Cooperación Internacional y Acción Humanitaria que se precisará a lo largo de todo el proceso de implementación, como expresión de solidaridad global encaminada a que Colombia, por fin y para siempre, consiga pasar esta oscura página de violencia y exclusión.

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  9. Muchas gracias Álvaro por el post tan interesante.
    En primer lugar, siento tristeza al leer cualquier post,artículo, etc, que hable sobre la pobreza, ya que es una realidad que la tenemos asumida pero pocos se esmeran en ir al quid de la cuestion, indagando con datos potentes sobre diferentes índoles de la pobreza. Lo que me atrevería a decir que podemos tener claro todos es que «la pobreza llama a más pobreza». Con esto, me refiero a que, aún siendo un «recurso renovable», la gente que tenga acceso fácil a un agua potable y limpia, va a seguir despilfarrando, pues no se concibe la «capacidad lmitada» de abastecimiento de agua. Además, creo que la clave para que toda persona tenga acceso a un agua limpia y potable, es promover los proyectos cuyo fin sea potabilizar aguas residuales como de otros tipos, fomentar actividades humanas con el menor impacto ecológico posible, etc. Sin embargo, es un proceso costoso, y mientras una parte enorme de la población mundial se muere de hambre y SED, sobre todo, además de otras causas sanitarias por falta de agua limpia y potable, otra parte de la población no es consciente del uso desproporcionado de agua que se utiliza. Algo que veo hasta «normal», pues ya se sabe sobre la felicidad del ignorante…
    Por último, también me ha parecido muy interesante lo que comentabas cobre la feminización de la pobreza, pues creo que no es algo nuevo que leo pero desde luego sí que es una concepción de la pobreza bastante reciente que requiere de una mayor indagación y por tanto, profundización y te lo agradezco.

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  10. Estimada Belén,

    Muchas gracias por tu aportación.

    Para empezar, quisiera aclarar que, al propender el artículo por un adecuado acceso a los servicios de agua y saneamiento, esto no debería asimilarse a una prestación gratuita de los mismos. No necesariamente. Si no, más bien, un acceso en condiciones acordes a la capacidad de pago de cada persona, familia o comunidad. Eso sí: que nadie se vea privado de dicho acceso a causa de su incapacidad de pago. En tal sentido, cobra vibrante actualidad el cuarto principio de la Declaración de Dublín (1992), que te sugiero consultar: «El agua tiene un valor económico en todos sus diversos usos en competencia a los que se destina y debería reconocérsele como un bien económico». Obviamente, esto con las debidas salvaguardas atribuibles a un Enfoque Basado en Derechos Humanos.

    Respecto a la noción de feminización de la pobreza, partamos de admitir el alto grado de complejidad que ella encierra, que con frecuencia, tiende a tomarse a la ligera, en ocasiones por tentaciones que yo calificaría de ideológicas.A modo de ejemplo, intentaré ilustrar esta idea con un hallazgo de la CEPAL en Colombia, sobre el horizonte temporal 1994.2002: «el 54,1% de hogares a cargo de una mujer son no pobres, y sólo el 22,8% de familias pobres y el 23,1% de las indigentes tienen una mujer de jefe» (cita textual de mi tesis doctoral).

    Referencia y enlace, por si fueran de tu interés:

    Lara, S. (2006). Las metas del Milenio y la igualdad de género. El caso de Colombia. Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Santiago de Chile. 70 p.

    https://books.google.com.co/books/about/Las_Metas_del_Milenio_y_la_igualdad_de_g.html?id=aW4_nJhiZhwC&printsec=frontcover&source=kp_read_button&redir_esc=y#v=onepage&q&f=false

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